José Alejo Cortés admite que perdió el Banco de Bogotá con Sarmiento Angulo, porque “él tiene unas habilidades distintas a las mías”

 Es la primera vez que el dueño del Grupo Bolívar, a menos de un mes de cumplir 90 años, graduado en Ciencias en E.U. y con vínculos ancestrales con los próceres Antonio Nariño y Antonio Ricaurte, habla de “la puja”, un hecho que en 1981 convulsionó al sector financiero colombiano y que lo llevó a perder su joya de la corona. “Uno aprende a no ser rencoroso en los deportes, porque al enfrentar al contendor en la cancha de tenis, él se convierte en tu enemigo. Lo quieres derrotar. Cuando terminas es tu amigo. Cuando finalmente Luis Carlos (Sarmiento) se queda con el Banco de Bogotá, me ganó porque él tiene unas habilidades distintas a las mías, que le han dado muchísimo éxito”, habla Cortés sobre una carrera que se dio cuando la bolsa parecía más el oeste. En esa puja “se usaron testaferros, créditos puente, maniobras por fuera de la bolsa…”, según el libro “Los piratas de la bolsa”. “Pero esa fue una pérdida con muchas lecciones”, advierte el propietario del Grupo Bolívar y una de ellas es, ¡banqueros de inversión!: las empresas no valen por su capital sino por lo que “significa” para el comprador. Se le puede catalogar como un liberal, inclusivo: el tesorero de Davivienda se pensionó hace poco y es gay.

 

Por Héctor Hernández M.

Primera Página - Agencia de Noticias -

Bogotá.- Cuando uno se enfrenta al libro “La huella de José Alejandro Cortés (Osorio); conversaciones que generan reflexiones”, no tiene más remedio que buscar, primero que todo y por sobre todo, el capítulo de lo que dice hoy el dueño del Grupo Bolívar, en retiro a sus 90 años, sobre un episodio que convulsionó al sector financiero colombiano en 1981, conocido como “la puja por el Banco de Bogotá”.

Es la primera vez que Cortés Osorio aborda públicamente el tema de “la puja”, traicionando su propia convicción de que en boca cerrada no entran moscas: “mi papá nunca fue pretencioso. Creo que si uno es hijo de padres pretenciosos tiende a ser pretencioso. Aprendí que no tenía que hablar de mí, de lo que hago ni de mis experiencias, porque de eso hablan los demás. Lo que uno tiene que hacer es justamente eso: hacer. No hablar”.

ROMPIENDO EL SILENCIO

“En una ocasión usted trabajó muy duro y perdió un banco. Se lo ganó Luis Carlos Sarmiento Angulo. ¿Le duele haber perdido la joya de la corona?”, es la pregunta a José Alejandro Cortés de la periodista Alejandra de Vengoechea autora del libro de 148 páginas.

“Uno aprende –responde Cortés, quien fue campeón nacional de tenis– a no ser rencoroso en los deportes porque al enfrentar al contendor en la cancha…, él se convierte en tu enemigo. Lo quieres derrotar. Cuando terminas es tu amigo. Cuando finalmente Luis Carlos se queda con el Banco de Bogotá, me ganó porque él tiene unas habilidades distintas a las mías, que le han dado muchísimo éxito. Pero esa fue una pérdida con muchas lecciones”.

“¿Cuáles?”, le repreguntó la autora del libro, a lo que Cortés respondió:

“Hubo una época en que la forma de pagar por un banco era midiendo su patrimonio. Entonces uno razonaba y ofrecía comprarlo por dos, tres veces su patrimonio. Días antes de la compra del Banco Cafetero -con la adquisición de este banco, Davivienda saltó al tercer lugar en el escalafón de los bancos colombianos- tuvimos la oportunidad de hacer un negocio para comprar una compañía de financiamiento comercial. Recuerdo estar hablando con Efraín Forero (presidente de Davivienda). Un día nos despedimos, él entró al ascensor. Me dije: “Caramba. Es un error pensar en patrimonio. Lo que tenemos que pensar es cuánto significa eso que se está comprando para nosotros y no cuántas veces es el capital. Y pensando así perdimos el negocio ante el Banco de Bogotá, pero ganamos el negocio del Banco Cafetero”. Es una lección a la medida para los banqueros de inversión.


José Alejandro Cortés, en tiempos de "La puja".

PUJA EN TIEMPOS DEL OESTE

“La puja”, según el libro “Los piratas de la bolsa”, fue “una desenfrenada batalla”, entre dos colosos que aún hoy lo siguen siendo, pues el uno es el propietario del Grupo Bolívar, como ya se dijo, con su Banco Davivienda como cabeza, el cual ocupa el tercer puesto como conglomerado financiero, y el otro es ni más ni menos que Luis Carlos Sarmiento Angulo (87 años), cabeza del grupo que puntea en el país, Aval, quien inició la toma hostil y se terminó quedando, por gracia de la intermediación del Gobierno de Virgilio Barco, con el Banco de Bogotá, que hasta 1981 era controlado por la familia Cortés, cuya agresiva defensa contra la invasión resultó en vano. Casualmente el Banco de Bogotá está cumpliendo 150 años. Fue fundado el 15 de noviembre de 1870.

Cuando se presentó “la puja” eran tiempos de cowboys, más que de empresarios, donde las autoridades querían brillar por su ausencia. Y los límites los querían hacer ver más borrosos. El banquero Jaime Michelsen Uribe, el dueño del Grupo Grancolombiano, tras ir por los Fondos Bolivariano y de Inversión, fue el que estalló la crisis financiera de comienzos de los ochenta y llevó a cerrar el cerco de las empresas paisas, dándole vida al denominado Sindicato Antioqueño, que fue un entronque de sociedades para vacunarse de las tomas hostiles, tan de moda entonces. Años previos a los paisas se le habían colado “por detrás”, con operaciones en la arena de la bolsa (donde valía todo y casi sin árbitro), a la familia Posada Tobón y habían perdido Gaseosas Postobón a manos de Carlos Ardila Lulle, quien había logrado hacerse de buenos paquetes accionarios de la empresa. Todo se dio en medio de denuncias de que la misma Postobón y Gaseosas Colombiana, años antes, habrían mandado romper envases de Gaseosas LUX, que era de Ardila.



Luis Carlos Sarmiento Ángulo, quien comenzó "La puja" por el Banco de Bogotá.

EL EPISODIO DE “LA PUJA”

A finales de los años setenta y comienzos de los ochenta, gracias a la ley del oeste, se presentaron los peores escándalos financieros del país, que llevaron a la quiebra al Grupo Grancolombiano, al Banco Nacional y al Banco del Estado. Muchos de los actores de las Bolsas de Bogotá, Medellín y Occidente se prestaban para hacer de todo. Algunos corredores eran expertos “gatilleros” para debilitar o fortalecer accionariamente a los dueños de algunas empresas en bolsa. Era común encontrarse con que el propietario de un paquete de acciones que se estaba negociando en cualquiera de las tres bolsas del país, era un muerto, o una empleada del servicio, o un conductor, o un jardinero, etc. De ese tamaño era el circo.

En semejante contexto se dio la célebre “puja” por el Banco de Bogotá, que así la concibe Héctor Mario Rodríguez autor del libro “Los piratas de la bolsa” y actual Editor General de Primera Página:

“Otra de las obras especulativas emprendidas en la Bolsa de Bogotá, tuvo como grandes protagonistas a los grupos Sarmiento Angulo y Bolívar, que se enfrascaron en una singular batalla para apoderarse del control del Banco de Bogotá, el primero, y para no perder el poder, el segundo”.

“Los hechos – añade “Los piratas de la bolsa” – ocurrieron entre el 11 de septiembre y el 18 de octubre de 1981, cuando en la “puja” se usaron testaferros, créditos puente, maniobras por fuera de la bolsa y miles de argucias más, en una desenfrenada batalla que llevó finalmente al Gobierno a tomar el control indirecto de la institución financiera en 1983”.

Como sería el tierrero que se armó que en la “puja” casi todas las firmas bursátiles tenían algo que ver: “La Cámara de la Bolsa, encargada de ventilar las diferencias entre los comisionistas, no pudo actuar en el caso, porque varios de sus miembros estaban impedidos para fallar debido a que pertenecían a las partes en conflicto”, reseña el libro de Rodríguez.



Portada del libro "Los Piratas de la Bolsa", escrito por el Editor General de Primera Página, Héctor Mario Rodríguez.

UNA “PUJA” ENTERRADA

Con ese silencio roto, al fin, por José Alejandro Cortés sobre “la puja por el Banco de Bogotá”, abrió una caja de pandora, que parecía haber quedado sellada de por vida. Hace unos siete años Primera Página: estuvo presente en el Gun Club, cuando en un homenaje a Sarmiento Angulo, uno de los invitados especiales, y que estaba sentado en primera fila, fue José Alejo, como se le conoce más al dueño del Grupo Bolívar en el sector financiero y dentro de su círculo más cercano. Fue un hecho con el cual se evidenciaba que “la puja” era cosa del pasado.

Es más, años antes un sobrino de Cortés, Daniel Cortés Mcallister, había trabajado como vicepresidente de inversiones de la Administradora del Fondo de Pensiones Porvenir, perteneciente al grupo de Sarmiento Angulo. Antes de aceptar el puesto pidió prudentemente permiso, no “va y sea”… Le fue dada la “bendición”, luego desde entonces era un tema superado.

Este episodio de Daniel Cortés así lo reseña el libro “La huella de José Alejandro Cortés; conversaciones que generan reflexiones”:

“Es uno de los cinco hijos de Daniel, el hermano arquitecto de José Alejandro que le construyó la casa hace más de medio siglo. Administrador, contador, ha estado vinculado a importantes empresas del sector financiero en Colombia y en el exterior. Hoy es una de las personas que más sabe de banca en este país.

--- Un día recibí una llamada del Grupo Aval ---cuenta---. Querían que me fuera a trabajar con ellos. El corazón me decía que no. A fin de cuentas, Luis Carlos Sarmiento Angulo y José Alejo habían tenido una rivalidad muy fuerte por la compra del Banco de Bogotá.

--- ¿Qué hizo?

--- Fui a hablar con José Alejo. Nos sentamos frente a la chimenea de su casa. Le conté que iba a rechazar la oferta. “No Daniel, no es así”, me respondió. “Ellos hicieron los negocios de una manera, yo los hago de otra. Ve a trabajar tranquilo”.

Acepté. José Alejo siempre ha sido partidario de abrirle los brazos a la competencia”.

Para la periodista de Vengoechea la asistencia de Cortés al homenaje a Sarmiento Angulo, hicieron merecedor al primero de la denominación de “empresario caballero”.

“¿Eso piensan –dijo el propietario del Grupo Bolívar–? Luis Carlos es una persona que ha hecho mucho por Colombia. Ha construido hospitales, universidades. No coge todo su dinero y se va a invertirlo en otros países”.

ÉXITO Y CORRUPCIÓN, MUY VECINOS

Ahí enseguida, ante la pregunta ¿qué es el éxito?, José Alejandro Cortés, dijo:

“… Con el tiempo uno también aprende que muchas personas que hacen cosas que no se deben hacer, a veces tienen muchísimo éxito. Es el caso de los corruptos condenados en el carrusel de la contratación. Los encontraron culpables y, sin embargo, poco tiempo después de haber defraudado al Estado, salieron libres. Con seguridad van a ser recibidos por la sociedad”.

Al respecto añadió: “¿Y cómo uno tiene que seguir viviendo en esa sociedad con ellos adentro? Muy pocas personas son así. Corruptas. Pero muchas tienen éxito y van a ser reconocidas por la sociedad y uno tiene que acostumbrarse a que eso es parte de cualquier sociedad. No necesariamente lo legal es lo moral”.

A FALTA DEL BOGOTÁ, BUENA ES DAVIVIENDA

Antes de seguir con el libro “La huella de José Alejandro Cortés…”, hay que decir que Davivienda era la corporación de ahorro y vivienda del Grupo Bolívar. Siempre había un Davivienda al lado de un Banco de Bogotá.

Alejandra de Vengoechea se vale del ex codirector del Banco de la República, Hernando José Gómez, para contar cuál fue el camino que cogió el Grupo Bolívar luego de que perdió el Banco de Bogotá:

“--- Cuando trabajaba en el Banco de la República conversábamos mucho sobre el Grupo Bolívar. “Esos tipos son unos duros”, decíamos. “Después de haber perdido la joya de la corona, que era el Banco de Bogotá, se reagrupan en Davivienda y en los seguros y comienzan a armar otra vez el grupo económico. ¡Hubieran podido coger lo que les dieron por su banco y haberse ido a vivir cómodamente al sur de Francia! Pero decidieron seguir trabajando por este país. Guau… Me les quito el sombrero. También uno les veía un bajo perfil. Por el banco pasaban banqueros, empresarios que hacían lobby pidiendo esto, lo otro. El Grupo Bolívar jamás. Si ellos querían algo, lo canalizaban a través de Asobancaria, el conducto regular, o a través del gremio. Siempre actuaban como tocaba”.

EL EXTERNADO, ACCIONISTA DE BOLÍVAR

Sobre los efectos de la pérdida del Banco de Bogotá, el libro de Alejandra de Vengoechea, en una de las notas finales cuenta un episodio no muy conocido: el por qué la Universidad Externado de Colombia se volvió accionista del Grupo Bolívar. Para ello se vale de unas declaraciones que le dio su rector, el exmagistrado de la Corte Constitucional, Juan Carlos Henao:

“Cuando murió Fernando Hinestrosa, rector de la Universidad Externado de Colombia, el diario La República publicó una infografía con la composición accionaria del Grupo Bolívar… Un poco más del 25 % de las acciones del conglomerado pertenece a la universidad, lo que la convierte en el accionista individual mayoritario. ¿Por qué el Externado? “El Grupo Bolívar estuvo a punto de perderlo todo cuando se quedó sin el Banco de Bogotá (1981). Hinestrosa y José Alejo eran muy amigos. Entonces Hinestrosa apareció como inversionista y con muy buen tino, le dijo: ‘Nosotros tenemos este dinero ahorrado en el Externado. Podemos colaborar y eso va a cambio de unas acciones’. Ese dinero que obtenemos de los dividendos no solo nos permite tener una reserva importante. También nos permite ser coherentes con la filosofía de Hinestrosa y José Alejo, que es dar ayuda al otro. Esta universidad es, de lejos, la más barata de todas las de su nivel””.

PERSONA INCLUSIVA

A José Alejandro Cortés lo describe Alejandra De Vengoechea como un hombre de principios que no rayan con ser liberal, inclusivo: “el proceso de meditación mío ha sido tal, que ya me acostumbré a muchas cosas que en mi época eran impensables: tengo amigos homosexuales, me acostumbré a que el matrimonio no necesariamente es la solución a la relación de pareja. Tengo parientes que viven juntos pero no de una manera tradicional. Diría yo que una buena fórmula para adaptarse es tener una mente analítica, que esté permanentemente pensando en qué está bien, qué está mal, en los comportamientos, en la solución de problemas. Hace medio siglo ser gay era un problema. Tenemos funcionarios gais y algunos son excelentes ejecutivos”, dice José Alejandro Cortés.

- ¿Le han armado escándalo por contratarlos? – pregunta la periodista.

“Ninguna discriminación es aceptable. Eso va en contra de los principios y de los valores de la compañía...”, dice Cortés Osorio.

Marco Franco (actual pareja del ministro de Ambiente, Ricardo Lozano y tesorero de Davivienda hasta hace cerca de dos años; se pensionó) es ejemplo de tolerancia aplicada en hecho y no en dicho… Primero trabajó en una firma de construcción asociada con Bolívar y, tras su maestría sobre Economía Empresarial en Italia, llegó a Bolívar a pedir trabajo en 1983. ¿Por qué? “Me sentí conectado. Fue una decisión autómata”, dice Franco.

Su intuición no estaba en el lugar equivocado.

“Al año de haber entrado se abrió una vacante para la tesorería”, explica.

“Éramos dos los candidatos. Nos hicieron las entrevistas. Pasó un mes y nada. ¿Por qué no nos llaman si dijeron que era urgente suplir el cargo?, le pregunté al jefe. “Tú eres el más opcionado ---me dijo---. Pero hay cuestionamientos sobre tu capacidad por una presunta homosexualidad”.

—¿Qué hizo?

—Tomé la decisión de hablar con el vicepresidente financiero del momento, Miguel Posada Samper (q.e.p.d.), del corazón de José Alejo y del grupo. Le conté lo que había pasado. “Vengo a ponerme a su disposición para que pregunte todo lo que quiera saber de mí”. Me hizo un par de preguntas de diferentes temas. Al día siguiente me nombraron.

ATADO A LA HISTORIA

El dueño del Grupo Bolívar es el mayor de cuatro hijos -tres hombres, una mujer-. Nació el 21 de diciembre de 1930 en pleno Chapinero, muy cerca de la iglesia de Lourdes, en Bogotá.

Sus ancestros están muy atados a la historia de Colombia: “mi mamá fue hija de Ana Ortega Ortega y Alejandro Osorio Gutiérrez, jefe del Partido Conservador y administrador de unas salinas en Zipaquirá. Alejandro Osorio y Ana Ortega tuvieron unos ancestros que venían de la época de la revolución en Colombia, pues el Ortega de mi mamá es de los mismos Ortega de Magdalena Ortega (1762-1811), la esposa de Antonio Nariño. También están relacionados con Antonio Ricaurte, a quien incluso citan en una estrofa del himno de Colombia”.

Según Nicolás Cortés, hijo menor de José Alejandro, “en los genes Cortés hay liderazgo -son parientes de Pedro Cortés Holguín (1808-1985) presidente del Estado soberano de Boyacá-, hay chismes -dicen que a Tunja llegaron unos franceses Courtois y se cambiaron el apellido por Cortés- y hay hechos confirmados. Según los libros de historia, Juan José Reyes Escobar (1785-1872) perteneció una familia que desde la Colonia se había instalado en Santa Rosa de Viterbo. Se educó en Tunja. Era comerciante, gran viajero y durante el proceso de independencia de 1810, tomó la decisión de ingresar al ejército. El 11 de julio de 1819 le cortó la cabeza de un sablazo a un capitán español. “¿Cuál es su nombre?”, le preguntó Bolívar viendo la cabeza flotar en las aguas del río Gámeza. “Juan José Reyes Escobar”, respondió. “Usted debe honrar no a los Reyes sino a la Patria. Ahora será llamado Juan José Reyes Patria”. Durante un par de generaciones los Reyes mantuvieron el apellido Patria”.

Cortés Osorio está casado con Nancy Kotal y tiene siete hijos: Nicolás, Ana María, Andrés, Miguel, Ricardo (fallecido en 2016), Eduardo y Alejandro.

Campeón nacional de tenis, José Alejandro Cortés se graduó en Ciencias con especialización en Matemáticas en la Universidad de Pomona, California, Estados Unidos.



El heredero del trono, sentado, Miguel Cortés Kotal, con su padre José Alejandro Cortés.

EL HEREDERO DEL TRONO

Miguel Cortés Kotal, de 59 años, es el cuarto de los siete hijos. En 2011, cuando José Alejandro se retiró de la presidencia del Grupo Bolívar, compitió por la presidencia del conglomerado y la ganó, reseña el libro biográfico del banquero que el próximo mes cumplirá 90 años.

“Hice todos los cursos de química, de física para entrar a la escuela médica. Pero, cuando me puse a hacer cuentas, entendí que me iba a graduar a los 30 años y yo no quería, ni a bate, depender de mis papás hasta esa edad”, explica.

Prefirió entonces estudiar Economía en la Universidad de Stanford, Estados Unidos. Hizo una maestría en la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard y con ese bagaje salió a hacerse un lugar en el mundo. Trabajó en Estados Unidos para PricewaterhouseCoopers y se desempeñó como contador público certificado en San Francisco, California, resume la periodista De Vengoechea.

“Un día de febrero de 1987, José Alejandro lo visitó. Fue al grano.

- Miguel ¿qué planes tienes?

- Me acaban de hacer una oferta de trabajo superinteresante. Me pagan buena plata, puedo pagar la deuda de la universidad y “patatí y patatá”. Pero ¿por qué viniste a visitarme?

- Vengo a hacerte una oferta, le concretó.

- Tú sabes que yo no quiero irme a Colombia. Pero si viniste a verme es que es algo muy importante -le respondió Miguel.

- Te dejo los balances de las empresas, míralos--- y José Alejandro puso los papeles sobre la mesa.

Al día siguiente volvió.

- ¿Qué piensas?

- Pues que varias de las compañías están muy mal -comentó Miguel-. ¿Cuál es tu idea y qué piensas que podría hacer en Colombia? Además, tengo una deuda alta

con Harvard. ¿Cuánto me van a ofrecer?

“En ese momento -recordaría Miguel- José Alejo me ofreció un sueldo muy bajito”.

-Tú nos has enseñado que la plata no importa -se justificó Miguel-. Pero con lo que me ofrecen de sueldo, no alcanzo a pagar ni el uno por ciento de la deuda. Y, además, no quiero vivir en tu casa.

- Eso lo resolveremos, no te preocupes.

Tragué saliva. Literalmente no quería volver. Así que lo pensé y me dije: “Por un lado, me endeudé fuertemente para pagar la maestría. He trabajado sin pedirles más dinero a mis padres desde que me gradué en Stanford; por ende, soy totalmente independiente. Siento mucha angustia de volver a Colombia, por todos los problemas de seguridad que tiene y que han empeorado desde que me fui, hace nueve años. Pero, por otra parte, José Alejo es el ser humano más increíble que he conocido en mi vida. Nunca me ha pedido nada. Es el papá más generoso del mundo conmigo y con todos. Me da consejos objetivos, me da amor incondicional, me dio educación, me da dinero sin preguntar para qué lo necesito, confía en que, si le pido dinero, voy a gastarlo en algo importante. Si él está acá, pidiéndome ayuda, él, a quien nunca lo he visto pedirle nada a nadie, porque él ayuda a todo el mundo, pero nunca pide ayuda, concluí que yo era muy afortunado. Que, teniendo a tanta gente, me buscó. Así que acepté. Volví en 1987”.

- Espero que podamos salir de esta situación tan precaria en unos cuatro o cinco años trabajando como unos locos - le dije a José Alejo-. Me imagino que tienes un equipo de gente maravillosa. Que no se hayan retirado significa que deben estar muy comprometidos, porque la mayoría de los empleados abandonan las empresas en los momentos difíciles. Después supe que a José Alejo los trabajadores le habían dicho que no les subiera el salario y que no los despidiera para recortar gastos, que ellos seguirían con él, pasara lo que pasara. Desde entonces Miguel está con su padre. Lo ha visto tomar decisiones, recibir a la gente, manejar las juntas, contratar, resolver problemas. “No ha habido un solo día de mi vida en que no haya aprendido algo valioso y humano de él. En la empresa, con sus hijos, nietos, sobrinos, con el presidente de Colombia, los ministros, el que sea”.

Y tampoco ha habido un solo día en el que Miguel no recuerde la noche aquella en que Fernando Hinestrosa6 llegó a la casa de sus padres para participar en un conversatorio con José Alejo. “La relación que tenían era de absoluto respeto y admiración”, contaría Miguel. “Eran amigos del alma. Se apoyaron y se quisieron muchísimo. Esa noche se pusieron a conversar. Se sentaron en el sofá. Se miraban mutuamente. Unos 35 empresarios estábamos presentes. Les empezamos a hacer preguntas concretas pero profundas”.

- ¿Qué han aprendido en todos estos años?

- ¿Cómo se construye país?

- ¿En qué se han equivocado ustedes y en qué se han equivocado los dirigentes políticos y empresariales?

- ¿Qué debemos hacer para que en Colombia funcione la justicia y haya menos corrupción?

- ¿Qué han dejado de hacer por hacer todo lo que han hecho?

“Para mí no eran José Alejo y Fernando, sino dos Quijotes en una conversación de lecciones aprendidas. Y toda la vida me dije: ¿por qué no grabamos esa conversación? Si José Alejo es una persona a quien los golpes de la vida, en vez de volverlo menos creyente en la bondad del ser humano, le han dado la capacidad de perdonar y seguir adelante construyendo país, algo que la mayoría de la gente no puede hacer, ¿por qué es tan difícil seguir ese ejemplo? ¿Por qué no extraemos la esencia de lo que él es y lo que él cree?”.

Eso es este libro. Conversaciones con José Alejandro Cortés sobre cómo se hizo y ejemplos de cómo sus principios rectores - Respeto, Equidad, Honestidad, Disciplina, Entusiasmo, alegría y buen humor - fueron aplicados en la vida. Por eso, tras cada larga conversación, el lector encontrará entrevistas con su esposa, hijos, nietos, sobrinos, empleados y amigos que explicarán cómo se pasa del dicho al hecho.

LOS GRUPOS FINANCIEROS

El Grupo Bolívar, según cifras a diciembre de 2019, cuenta con un patrimonio de más de $15,7 billones, según cifras de la Superintendencia Financiera. Eso lo ubica en el tercer puesto, en Colombia, en cuanto a conglomerados financieros. En ganancias, hay que decir que entre 2018 y 2019 subió del tercero al segundo puesto, desplazando al Grupo Suramericana.



Su competidor, el Grupo Aval, el que se quedó con la joya de la corona, el Banco de Bogotá, tiene un patrimonio más del doble del que tiene Bolívar. Supera los $33,3 billones. Por este motivo, ocupa el primer lugar en cuanto a conglomerados financieros. Su dueño, como ya se registró, es Luis Carlos Sarmiento Angulo, quien preside la junta directiva del Grupo Aval.

Entre Aval y Bolívar, es decir, en el segundo puesto, está el grupo financiero del Sindicato Antioqueño, que encabezan Bancolombia y Sura. En 2019 contaba con un patrimonio superior a los $28 billones. El actual presidente del Grupo Sura es Gonzalo Alberto Pérez.

En el cuarto puesto está el grupo que conforma el Bbva Colombia, de origen español. Su patrimonio alcanza los $5,2 billones. Y en el quinto lugar aparece el Scotia Bank, del cual son socios los Pacheco, con $3,8 billones.



José Alejandro Cortés al lado de la periodista Alejandra De Vengoechea.

LA AUTORA

La autora del libro “La huella de José Alejandro Cortés; conversaciones que generan reflexiones” es Alejandra de Vengoechea, una cachaca que estudió Periodismo en la Universidad Javeriana de Bogotá. Becada por el gobierno francés, se especializó en Política Europea en Estrasburgo (Francia). Ejerció la primera parte de su carrera en medios colombianos –El Tiempo, El Espectador, revistas Cambio16, Cromos y Credencial –, luego en medios internacionales como corresponsal para diarios españoles y chilenos.



Portada del libro biográfico del dueño del Grupo Bolívar

 


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